- «En España se prevé la creación de más de 200.000 puestos de trabajo en el ámbito del hidrógeno renovable de aquí a 2030».
- «El hidrógeno renovable no genera emisiones de dióxido de carbono ni en su producción ni en su uso, siendo agua el único residuo asociado».
El 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaba la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esta agenda, que debe ser contemplada hasta el año 2030 por los diferentes programas de desarrollo mundiales, comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que abarcan las esferas económica, social y ambiental. España, como no podía ser de otra manera, adopta también dicha agenda y, cinco años más tarde, el 13 de enero de 2020, crea la Secretaría de Estado para la Agenda 2030, como parte del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, con la idea de efectuar un seguimiento de la implementación de estos objetivos.
Entre los 17 ODS, encontramos algunos tales como la sostenibilidad de las ciudades y comunidades, la energía asequible y no contaminante o la acción por el clima… En definitiva, objetivos entrelazados con un crecimiento y desarrollo ordenados y compatibles con los recursos que posee la humanidad. La aparición de la covid-19 nos ha llevado a plantearnos planes de recuperación y resiliencia y, precisamente, encontramos en los ODS una guía para recuperarnos de los efectos de la pandemia: la sostenibilidad debe ser el eje que vertebre cualquier plan de recuperación.
En este sentido, las energías limpias y el hidrógeno renovables juegan un papel fundamental: desde el punto de vista de la energía, es innegable que las renovables suponen facilitar su acceso asequible, fiable, sostenible y moderno para todos. Pero, gracias al uso del hidrógeno renovable como vector energético, esta penetración puede ser mucho mayor abarcando los cuatro sectores fundamentales: residencial, transporte, energético e industrial.
El uso del hidrógeno renovable en el sector energético permite el aumento del despliegue de renovables hasta un 100%, pudiendo emplearlo en descarbonizar otros sectores (industrial, residencial, transporte) acoplándolos o interconectándolos entre sí. Esto conlleva, a su vez, la optimización del sistema integrado global, aumentando así la resiliencia y seguridad de suministro del país o de la región en cuestión. Es, sin duda alguna, la mejor apuesta para luchar contra el cambio climático, permitiendo la descarbonización que promueve tanto Naciones Unidas como distintos Gobiernos a lo largo del globo, como con, por ejemplo, el Green Deal o Pacto Verde europeo.
Desde el punto de vista del desarrollo económico y la recuperación social, solo en el caso de España, se prevé la creación de más de 200.000 puestos de trabajo en el ámbito del hidrógeno renovable de aquí a 2030. Con esto, la Hoja de Ruta del Hidrógeno: Una apuesta por el hidrógeno renovable, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, cifra en 8.900 millones de euros las inversiones en España en la década 2020-2030.
Finalmente, desde el punto de vista medioambiental, el hidrógeno renovable como vector energético no genera emisiones de dióxido de carbono ni en su producción ni en su uso. El agua es el único residuo asociado. Su uso en todos los sectores contribuye a la mejora medioambiental de una manera única.
El hidrógeno renovable constituye una oportunidad para la recuperación: España podrá producirlo, emplearlo como combustible para su transporte, su industria y sus hogares, y exportarlo a terceros países. Nuestro país podrá desarrollar y fabricar tecnología propia y, gracias a las energías verdes y al hidrógeno renovable, hacer de la sostenibilidad y del cumplimiento de la Agenda 2030 su plan de recuperación.
Por Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno
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