¿Cuántas vidas tienen los desechos orgánicos?

23/06/2021

Medio Ambiente Demos Vida

La materia orgánica tiene la capacidad de transformarse incluso cuando se convierte en residuo.

  • El compost –o abono fabricado a partir de desechos orgánicos– mejora la fertilidad de los suelos y ayuda a ahorrar agua gracias a su gran capacidad de retención.
  • Los biorresiduos también pueden reutilizarse para generar energía sostenible como el biometano, el hidrógeno verde o el gas sintético.

 

¿Cómo está hoy tu nevera? Si acabas de llegar de hacer la compra mensual, seguro que es todo un paisaje de surtidos y colores que te genera una gran sensación de placer. En caso de que esa compra esté todavía por hacer, lo más probable es que tu frigorífico dé cobijo a algún que otro huevo, un limón olvidado y, quizá, un brik de leche para el café. Imagen que, probablemente, te genere cierto malestar. Ambas situaciones evidencian una realidad: nuestra conexión con los alimentos no se queda tan solo en una mera relación nutricional. También afecta a nuestro bienestar, a nuestras emociones y a nuestros sentimientos. 

 

Esta conexión con lo que comemos empieza cuando elegimos los alimentos en la estantería del supermercado –o en la huerta– y acaba cuando nos deshacemos de sus restos. Los desechos orgánicos –restos de comida, servilletas usadas o pequeños restos de jardinería– son el tipo de basura que más generamos en el día a día: llegan a representar el 37% de todo lo que tiramos a los contenedores. Sin embargo, mientras que el reciclaje de vidrio o envases es una práctica cada vez más consolidada en la cultura española, el reciclaje orgánico parece quedarse atrás. Tendemos a olvidar que también existe un contenedor marrón en el que podemos deshacernos de este tipo de residuo.

 

Como cualquier Estado miembro de la Unión Europea, España también se enfrenta al reto de reciclar el 55% de la basura antes de 2025 y reducir el 10% de los residuos que acaban en los vertederos. Y eso implica, en gran medida, a los protagonistas de este post: la descomposición de los biorresiduos al aire libre emite dióxido de carbono y metano, ambos gases de efecto invernadero –especialmente este último, que tiene un potencial de calentamiento global 21 veces superior–. Según los datos de la Global Methane Initiative, las emisiones de metano producidas en vertederos representan el 11% del total de las emisiones mundiales. Por ello, todos debemos aunar nuestros esfuerzos para reciclar adecuadamente los residuos orgánicos y restar a la Tierra parte de la gran presión a la que la sometemos cada día.

 

Los residuos orgánicos, en realidad, tienen muchas vidas. La primera de todas es el compost, un tipo de abono natural fabricado a partir de los desechos alimentarios que mejora la fertilidad de los suelos. Se evita así el uso de fertilizantes químicos a la vez que se aportan nutrientes naturales a las plantas. Además, ayuda a ahorrar agua de riego gracias a su gran capacidad de retención. De esta forma, también se evita la erosión del suelo, uno de los grandes problemas actuales provocados por la sequía. Por si fuera poco, el compost puede incluso ser un gran aliado para producir tus propios vegetales en un huerto urbano.

 

A fin de cuentas, esa es la base de la economía circular: reciclar para producir y utilizar. En este contexto, los biorresiduos también pueden reutilizarse para generar energía de forma sostenible (biometano, hidrógeno verde, gas sintético…), contribuyendo a la descarbonización de la economía, reduciendo la dependencia energética exterior, fomentando la producción local y generando nuevos puestos de trabajo. Porque, como concluía el año pasado un estudio llevado a cabo por IFP Energies Nouvelles, el biometano es el combustible que menos dióxido de carbono emite en el transporte. 

 

Por otro lado, los restos de alimentos que desechamos pueden servir para nutrir a los animales, siempre que se sigan las medidas sanitarias y nutricionales pertinentes. Uno de los mejores ejemplos lo muestra la industria cervecera, cuando en 2017 una empresa del sector decidió destinar más de 90.000 toneladas del producto orgánico resultante de la cocción de malta para la alimentación ganadera. De esta manera, se contribuye a la economía circular al no generar ni un solo kilo de desecho orgánico. 

 

De cara al futuro, la comunidad científica ya está trabajando de la mano de la industria culinaria para conseguir transformar los desechos orgánicos también en alimentos consumibles por el ser humano. Así, se aseguraría la alimentación diaria a una de cada nueve personas que, según Naciones Unidas, sufren inseguridad alimentaria en la actualidad. Sin ir más lejos –y sin recurrir a tecnicismos– las partes de vegetales que sobran en la cocina, por ejemplo, pueden fermentarse para ser transformadas en salsas con las que acompañar los platos. 

 

Así puedes reciclar los residuos orgánicos en casa

 

Ahora que conoces todas las oportunidades del reciclado de residuos orgánicos, ¿sabes cómo llevar a cabo esta labor en casa? En primer lugar, recuerda que los desechos orgánicos siempre deben ir al contenedor marrón, el destinado para este efecto. En él, podrás depositar cáscaras, pieles de frutas, restos de carnes, pescados, verduras, posos de café, restos de infusiones… y también papeles y cartón manchados de grasa o aceite, pequeños restos vegetales de flores y hojas, tapones de corcho y serrín. 

 

Nunca debes depositar en el contenedor orgánico polvo de barrer, colillas y ceniza de cigarrillos o de una chimenea. Tampoco textil sanitario como pañales, compresas y tampones, bastoncillos para los oídos, toallitas húmedas o hilo dental (ni tiritas, esparadrapo o gasas). Y ojo: aunque las latas de conserva contengan restos orgánicos, estas, por ser envases, irán al contenedor amarillo. Lo mismo ocurre con los vidrios, cuyo destino es el contenedor verde.

 

Igualmente, en lugar de deshacerte del aceite usado –recuerda, ese pertenece al contenedor de aceite– puedes reutilizarlo para fabricar jabón. Es un proceso ancestral ideal para cualquier día de lluvia: basta con colarlo bien y mezclarlo con agua y sosa. Puedes añadir algún aroma o ingredientes naturales como aloe vera o avena para hacerlo más personal. En definitiva: siempre podremos encontrar nuevas vidas para nuestros desechos orgánicos y, así, cerrar el círculo. 

Por Cristina Suárez Vega

 

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