Cómo salvar a las abejas (con robots)

09/12/2022

Sociedad y Personas Demos Vida

La creación de una colmena artificial para abejas melíferas con pequeños dispositivos que indiquen a las recolectoras dónde abastecerse lejos de sustancias nocivas para su salud o induzcan a la reina a poner más huevos y depositarlos en lugares seguros podría ser la salvación de estos insectos.

  • Un proyecto financiado por la UE busca guiar el comportamiento de las abejas para disminuir su exposición a factores de riesgo en su supervivencia.

  • Las poblaciones de estos insectos han reducido su esperanza de vida hasta un 50% en los últimos 50 años en EE. UU.

Por Juan León García

Hiveopolis (“Colmenópolis”, si lo tradujésemos al español) aspira a ser la primera metrópolis inteligente de abejas melíferas del mundo. El objetivo es el siguiente: crear un entorno seguro para uno de los insectos polinizadores más importantes sobre la faz de la Tierra desde el punto de vista económico. Las poblaciones de esta especie en Estados Unidos y Europa descienden a un ritmo alarmante: en los últimos inviernos, la mortalidad de las colonias de abejas melíferas en nuestro continente ha sido del 20% de media (con un amplio rango entre el 1,8% y el 53% de unos países a otros), según recoge un estudio elaborado por Greenpeace

De la importancia de estos diminutos insectos voladores se dio cuenta el investigador austriaco Thomas Schmickl, precisamente uno de los que lideran este proyecto (aún es solo un prototipo) para salvar las colmenas de abejas. Esta megaurbe para melíferas recrea el tronco de un árbol hueco, que es el hábitat ideal para constituir una colmena en la naturaleza, hecho de materiales sostenibles, como arcilla impresa en 3D y hongos germinados a partir de posos de café reciclados.

En este proyecto, financiado por la Unión Europea, el equipo de Schmickl prevé incorporar sensores y cámaras, además de dispositivos para generar vibraciones dentro de la colmena y ajustar la temperatura o el flujo de aire. Todo tiene por objetivo conseguir una disrupción en toda regla que va más allá de lo probado hasta ahora en este campo: dirigir el comportamiento de las abejas para mejorar su estado de salud y, como resultado, la eficacia en su polinización.

Debido a la degradación alimentación y las condiciones ambientales, las poblaciones de estos insectos han reducido su esperanza de vida hasta el 50% en los últimos 50 años en Estados Unidos, según una reciente investigación de un grupo de entomólogos de la Universidad de Maryland.

Y aquí es donde entra el robot abeja danzante. Este particular morador de Hiveopolis cumpliría una función esencial: realizar el baile de “meneo” que informa de la ubicación de la comida. Es la manera que tienen estos insectos, con una compleja vida social, de propagar el mensaje: del primer emisor pasa a los recolectores y, cuando se ha conformado un grupo, todas vuelan para abastecerse de alimento y traerlo de vuelta.

El artífice de este robot, Tim Landgraf, es un colaborador de Schmickl en la iniciativa europea. Su pequeño y rudimentario invento (un tubo pequeño y flexible con un sucedáneo de ala que revolotea y que en nada se parece a una abeja), le sirvió para comprobar que este pequeño dispositivo oscilante, conectado a un motor externo, puede proteger a sus vecinas invertebradas haciendo que busquen comida en sitios seguros, lejos de zonas donde corra peligro su salud, permitiendo así que polinicen más y mejor.

Va en línea con uno de los principales retos que señala Greenpeace: “Fomentar la salud” de las abejas apostando por más investigación y por disminuir su exposición a sustancias potencialmente nocivas, como los plaguicidas usados en la agricultura industrial químicamente intensiva.

Los investigadores tampoco descuidan que la importancia de la salud global de una colmena depende de la abeja reina. Por eso también trabajan en RoboRoyale, un proyecto con el que desarrollar unos robots específicos que se infiltren en la corte real. Una vez dentro, influirían en el comportamiento de la reina para que ponga más huevos a través de una dieta rica en proteínas (o para guiarla hasta zonas del nido con celdas ya preparadas para las larvas).

Todas estas ideas, de momento, no tienen una aplicación real, aunque se espera poder llevarlas pronto al laboratorio. El equipo liderado por Schmickl sigue trabajando en encontrar los materiales robóticos potencialmente adecuados para que sean aceptados por las abejas obreras y pasen desapercibidos en una colmena.

Continúa en nuestro blog Demos vida a un hábitat mejor

 

 

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