Se está abriendo paso una nueva forma de entender el papel de la empresa en la sociedad: la Responsabilidad Social Competitiva.
Por Cristian Rovira
Con los años, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) –también denominada Responsabilidad Social Empresarial (RSE)– se ha convertido en un término maduro, ya integrado en el imaginario colectivo como una manera en la que las empresas devuelven a la sociedad parte de sus beneficios. No obstante, en la práctica, muchas compañías se han acostumbrado a utilizar la RSC como una herramienta más para maquillar su imagen. Así, en muchos casos, esas supuestas buenas intenciones se quedan en meras campañas de marketing.
En el extremo contrario, se está abriendo paso una nueva forma de entender el papel de la empresa en la sociedad: la Responsabilidad Social Competitiva, que nace no solo para brindar un servicio a la comunidad, sino también como clave para ser más competitivo.
Se trata de promover acciones que beneficien a la sociedad, no solo porque es algo que queda bien, sino porque además es la mejor forma de mejorar la cuenta de resultados. La clave está en crear empresas más conscientes de las necesidades de sus clientes y de la sociedad, a la vez que más rentables y sostenibles. En definitiva, se trata de una responsabilidad social basada en una ecuación en la que todos ganan, ya que una RSC entendida desde la óptica del win-win es la mejor garantía de que la responsabilidad social se mantendrá tanto en los buenos como en los malos momentos.
¿Puede una marca incrementar sus beneficios y a la vez ayudar con su producto a crear un mundo mejor? ¿Puede el compromiso social formar parte del core business de una empresa, sin que la sostenibilidad y la responsabilidad social sean una simple estrategia? La respuesta es sí.
Empresas de sectores tan diferentes como el de la alimentación, la cosmética, la energía o la moda han demostrado que el factor social puede ser la clave para diferenciarse de la competencia, convirtiéndose en una gran oportunidad para triunfar. Y es que, cada vez más, los consumidores tienden a comprar valores y no productos. Nuestra sociedad ha empezado a exigirle a las empresas y a los gobiernos un comportamiento ético, premiando a las firmas que son competitivas en calidad y en precio, pero también en valores compartidos por el conjunto de la sociedad. Conscientes de ello, cada vez más las empresas tienden a generar o transformar su producto haciéndolo responsable y competitivo.
El término “Responsabilidad Social Competitiva” engloba esta nueva generación de compañías en las que, a diferencia de la habitual Responsabilidad Social Empresarial (RSE), se crea el negocio desde el primer momento situando el factor social como factor diferencial, pero sin perder nunca de vista la rentabilidad. En esta línea, el producto o servicio debe generar valor social por sí mismo y, desde el primer día, cada euro invertido debe contribuir a crear un mundo mejor.