Iluminación inteligente, energía renovables, avisos… Las carreteras inteligentes serán parte de nuestro día a día dentro de muy poco.
Hoy en día, prácticamente cualquier producto o servicio lleva asociado el adjetivo “smart” o “inteligente”, se trata de una constante en los últimos tiempos. Hablar de smartphones, smart cities, smart homes, o de coches inteligentes, electrodomésticos inteligentes o incluso colchones inteligentes se ha convertido en un hábito para empresas, medios y blogs de tendencias.
Una sencilla búsqueda en Google nos proporcionara cientos de miles de entradas con titulares tan llamativos como “La primera carretera inteligente de Europa ya es una realidad”, “Carreteras inteligentes que generan energía solar” o “Inglaterra estrena sistema de carreteras inteligentes”. Lo que encontramos, si escarbamos un poco, son proyectos prometedores que usan sensores, cámaras o paneles solares encastrados. Pero, ¿podemos considerar estas pruebas piloto como auténticas carreteras inteligentes?
¿Cómo serán las carreteras inteligentes?
Lo que está por venir va mucho más allá. Las carreteras 100% inteligentes serán capaces de obtener la información que afecta a la conducción en tiempo real y ofrecérsela a conductores y a autoridades de una forma eficaz. También integrará elementos capaces de prever, informar y responder ante determinadas situaciones, como los cambios meteorológicos, la aparición de grietas, baches o los aumentos en el volumen de tráfico.
La multitud de pruebas y pilotos que se están implementando por todo el mundo, nos obligan a pensar en un futuro a medio plazo en el que toda nuestra conducción esté monitorizada y controlada automáticamente de forma externa.
Aunque a una escala muy reducida, encontramos ya tramos de carreteras que disponen de redes automáticas para controlar la iluminación, de sensores inalámbricos que monitorizan la temperatura del asfalto, de pinturas especiales capaces de acumular energía para mantener una ligera iluminación y mejorar la visibilidad en el camino, o de sistemas de cámaras conectadas que permiten analizar al detalle los flujos de tráfico y predecir atascos, congestiones, etc.
Una renovación que se aproxima a toda velocidad
Estos avances están en la mayoría de ocasiones impulsados por empresas y cuentan con la creciente involucración de los gobiernos, tanto locales como nacionales. Esto hace que la llegada de verdaderas carreteras inteligentes se aproxime a toda velocidad.
Casos como los de Madrid, París, Berlín, Londres o Roma, imponiendo medidas restrictivas para reducir el tráfico y la contaminación, han hecho que la Administración presté especial atención a este tipo de soluciones y se estén metiendo de lleno en el estudio de proyectos integrales para la renovación de sus vías de comunicación.
En definitiva, las expectativas de reducción de costes, el increíble ritmo de implantación de las nuevas tecnologías entre los consumidores, así como la multitud de posibilidades que ofrecen los millones de kilómetros de asfalto por los que circulan miles de millones de vehículos diariamente, son las mejores garantías de que las carreteras inteligentes serán, a no mucho tardar, parte de nuestro día a día.