Por Farmidable
Hoy en día cuesta encontrar a alguien que no muestre cierta preocupación por el cambio climático y por la influencia que los seres humanos tenemos en este, sobre todo en lo que se refiere a la sobreexplotación de los recursos naturales y la producción intensiva e industrializada, que sabemos con certeza, no es sostenible durante mucho más tiempo.
En el mundo avanzado tecnológicamente del s. XXI, en el que el consumidor es cada vez más consciente de la necesidad de cuidar el planeta, esto se ha traducido en la preocupación por una producción sostenible y responsable con el medio ambiente, y nuevas inquietudes cuando de consumir se trata…
¿Y a la hora de comer?
En lo que respecta a la alimentación, este consumidor moderno, demanda, cada vez más, productos de origen natural y/o ecológico, de cultivos donde no se utilizan pesticidas ni plaguicidas químicos, o de granjas donde el bienestar animal en la crianza es tan importante como un producto libre de conservantes.
A la vez, el consumidor valora un producto de cercanía, un producto local, de un pequeño productor cercano; un producto fresco, lleno de nutrientes, con sus propiedades organolépticas intactas, que no ha viajado en cámaras, que ha sido recolectado o envasado recientemente… Se trata de una vuelta a lo natural en un mundo quizá, demasiado industrializado.
La importancia de la educación ambiental
Pero es necesario que la labor de concienciación la llevemos a cabo desde la base, desde la infancia. Es muy importante que desde las escuelas y centros educativos, se transmitan la importancia del respeto al medio ambiente y la sostenibilidad como principales garantes del progreso de nuestras sociedades, a la vez que inculquemos buenos hábitos de consumo y alimentación saludable.
La creación de huertos escolares es una de las actividades que hoy en día más frecuentemente llevan a cabo los colegios, con el objeto de que los niños puedan conocer los principios de una agricultura sostenible y natural.
Los valores y conocimiento que los niños aprenden a través de la creación y gestión de un huerto escolar, trascienden a la tarea manual del cultivo, y tienen que ver con aspectos fundamentales de un estilo de vida saludable, una alimentación natural y equilibrada, basada en los nutrientes de los productos propios de cada temporada.
Consumo de proximidad y hábitos sostenibles
Otra forma de influir en estos hábitos sostenibles desde los colegios, es fomentar el consumo de proximidad a pequeños productores, de productos naturales kilómetro cero y de temporada a las familias, lo que supone a la vez transmitir a los niños, conocimientos y hábitos de producción sostenible, alimentación y nutrición saludables.
Apoyar a estos productores a que puedan desarrollarse y fomentar el producto de alimentos “vivos y naturales” con todos sus nutrientes, y sin químicos, es trabajar desde la base por un mundo sostenible.
Además, los colegios pueden realizar multitud de actividades con los niños y los productores: visitas a granjas, explotaciones agrícolas, talleres con familias, etc. Una excelente forma de aportar valor al colegio y de incentivar el conocimiento y valores de sostenibilidad y respeto al medio ambiente entre sus alumnos y familias.
Si los niños desde pequeños aprenden la importancia que tienen la producción ecológica y natural, y el desarrollo económico local sostenible, garantizaremos un planeta tierra sano.